1 de febrero de 2012

EL MITO DE MEDEA



Medea
de Eurípides

Medea es el título de la tragedia de Eurípides que representó en el primer año de la Olimpiada 87, es decir 431 a.c. Formaba parte de una tetralogía junto con las tragedias Filoctetes y Dictis y el drama satírico Los recolectores. Ganó el certamen Euforión, el segundo fue Sófocles y el tercero Eurípides.

EL MITO

Poetas líricos como Píndaro, se inspiraron en el mito de los Argonautas. Los tres grandes poetas trágicos escribieron también inspirándose en la expedición de los Argonautas. De todas las obras de Esquilo y Sófocles no se conservó ninguna. De las obras de Eurípides sólo se salvó la renombrada "Medea". Apolonio de Rodas nos transmitió su célebre Argonáuticas.

La expedición de los griegos al Cólquide, bajo el liderazgo de Jasón, es una de las más importantes operaciones de los tiempos mitológicos dado que en ella participaron los guerreros más selectos de Grecia.


El vellocino de oro

Frixo y Hele eran hijos de Nefeli y Atamante que reinaba en Orcómeno en Beocia. Atamante, dejándose llevar por las insinuaciones de Ino (deseosa de echar a Nefeli y de casarse con él) cedió a sus deseos, convirtiendo a Ino en su esposa y en una mala madrastra para los niños. Su odio hacia ellos, la llevó a diseñar un plan: convenció a las mujeres del lugar para que hornearan las semillas que se almacenaban para la siembra. Tales semillas, como era de esperar, luego de plantadas, no dieron fruto y cayó gran pobreza en la región.
Atamante envió a sus emisarios a Delfos para consultar el oráculo y que los dioses decidieran lo que debían hacer. Ino interceptando y sobornando a los enviados, debían comunicar el siguiente augurio: que para que la tierra volviera a dar frutos, era necesario el sacrificio de Frixo, al dios Zeus. Entonces el pueblo se sublevó y pidió al rey que cumpliera con el oráculo. Atamante cedió a la presión popular y Frixo se dirigía al altar de sacrificios cuando su madre, Nefeli, les envió un cordero de dorado vellón
Frixo y Hele montaron en el lomo del animal que los llevó muy lejos de allí. Pasando por la península trácica Hele se agachó para mirar algo, se mareó y cayó en las aguas del Ponto, que desde entonces se llamó Helesponto (el mar de Ponto). Frixo llegó solo a Cólquide, donde reinaba el rey Eeetes, hijo de Helios y de la oceánide Perse, y hermano de la maga Circe. En este sitio sacrificó al carnero en acción de gracias a Zeus y pidió la protección de Eetes. El rey de Cólquide le casó con su hija y Frixo le regaló el vellocino de oro (la piel del cordero). El rey lo colgó de un roble en el bosque ofrendado al dios Ares y puso un dragón y una enorme serpiente que nunca dormía para vigilarlo día y noche.

Jasón en Yolcos

En Yolcos reina Pelias, que ha conseguido destronar a su hermano Esón mediante engaños. Esón tiene un hijo, Jasón, que acude a Yolcos para ejercer su derecho legítimo al trono.
Al llegar, Jasón se encuentra con que debe atravesar un río. Una anciana le pide ayuda. Él la coge en brazos y pasan el río. Esta anciana no es otra que Hera que a partir de entonces es su protectora.
La corriente se ha llevado una de sus sandalias, pero aún así se presenta ante Pelias. Pelias se horroriza al verlo. No teme el hecho de que sea el legítimo heredero sino que un augurio había vaticinado que un hombre con una sola sandalia acabaría con su vida y le arrebataría el trono.
Decide deshacerse de él y le engaña y le envía a una misión en la que seguramente encontrará la muerte. Le dice que si realmente es merecedor del trono debe probarlo trayendo el vellocino de oro que se encuentra en el lejano país de la Cólquide.

Los preparativos de los Argonautas

Jasón aceptó la propuesta de Pelias y empezó a prepararse para el viaje. Ordenó a Argo, arquitecto y constructor de navíos, la fabricación de una nave de cincuenta remos. La embarcación resultó espléndida como ninguna otra de la época. Gracias a un trozo de madera procedente del roble sagrado del oráculo de Dodona, regalo de la diosa Atenea, el navío podía hablar y tenía el don de la profecía. Era un barco muy veloz y por eso se llamó Argo (Argos=rápido).

Mientras se dotaba la nave, el centauro Quirón aconsejó a Jasón que enviara heraldos por toda Grecia para invitar a los jóvenes más valientes y valerosos de aquellos tiempos a participar en este largo viaje. Y así sudió, la tripulación de Argo, los llamados Argonautas eran todos héroes e incluso hijos de dioses. Entre ellos estaban Tifis, el timonero de Argo, Orfeo, el músico, los adivinos Idmón y Mopso, Heracles, Hilas, Idas, Cástor y Plideuces, Periclímeno, hijo de Neleo, y Peleo, hermano de Telamón y muchos otros, que constituían la flor de la hombría y el heroísmo juntos. Atenea se encarga de convocar a los héroes griegos para que le acompañen en su misión..

El viaje de la nave Argos en busca del Vellocino

Tras haber realizado un sacrificio en honor de Apolo, los Argonautas embarcaron en la costa de Págasas, y se pusieron en marcha con favorables presagios Antes de llegar a su destino, los argonautas deben salvar una serie de obstáculos.



Primero llegan a la isla de Lemnos. La isla está habitada solo por mujeres. Los argonautas se quedan allí un tiempo.
Llegan a Cício. Allí les recibe un jovencísimo rey con el que traban amistad. Parten, pero los vientos les hacen regresar al mismo sitio. El rey cree que están invadiendo Cício y los argonautas se defienden. En la oscuridad de la noche ninguno de los amigos se reconoce. Por la mañana se descubre la verdad. Los dos bandos se unen en su dolor mutuo y entierran a los muertos, incluido el joven rey y su esposa que se ha suicidado por la muerte de éste.

En otra isla pierden a tres compañeros. Hilas es raptado por la ninfa de una fuente que se enamora de él. Hilas es el mejor a migo de Heracles y éste y Polifemo le buscan. Los argonautas parten sin ellos y cuando se dan cuenta de su falta, deciden no regresar. Ya se encargará Heracles de vengar el abandono.
En el país de los bébrices, su rey, Amico, se dedicaba a retar a los extranjeros a un combate pugilístico en el que siempre vencía. Uno de los argonautas, Pólux le reta y vence.
Encuentran al rey Fineo que sufre un castigo ejemplar por hacer predicciones demasiado ajustadas a la realidad (los videntes tiene prohibido que sus profecías muestren el futuro con claridad para que los hombres no sean como los dioses). Todos los días le atormentan unos monstruos: las harpías. Zetes y Calais acaban con ellas. En agradecimiento Fineo les revela cómo atravesar las rocas Cianeas, que chocan la una contra la otra. Deberán enviar una paloma. Si el ave pasa sin peligro, ellos harán lo mismo.
Siguiendo este consejo las atraviesan sin peligro.

Los argonautas en la Cólquide

 Llegan a la Cólquide. Allí, Jasón se entrevista con el rey Eetes. Eetes no está dispuesto a dejarle marchar con su tesoro, pero no da muestras de ello.
Eetes pretende que muera en esas pruebas. Pero Jasón tiene poderosas aliadas. En el Olimpo, Atenea y Hera llegan a la conclusión de que lo mejor para Jasón es que Medea, hija de Eetes y hechicera consumada, ayude al héroe. Van a visitar a Afrodita y la convencen para que su hijo Eros dispare una de sus flechas contra Medea y la enamore de Jasón.
"Claro. Te lo daré. Pero antes has de superar unas pruebas"
Afrodita soborna a su hijo y éste cumple la misión. Medea muere de amor por Jasón y le ayuda en sus pruebas a pesar de traicionar a su padre.
La primera prueba es uncir dos bueyes que escupen fuego, arar el campo con ellos y sembrar en él unos dientes de dragón. Medea le aconseja. Prepara un ungüento que le protegerá contra el fuego de los bueyes. Cuando siembre los dientes ha de estar preparado porque de ellos van a nacer unos guerreros terribles que le matarán. Para librarse de ellos debe tirarles una piedra y así se matarán los unos a los otros.
Jasón supera las pruebas. Pero Eetes se niega a darle el vellocino e intenta matarles. Los griegos huyen con Medea. Medea ayuda a Jasón a dormir al dragón que guarda el vellocino y así lo roban.
Eetes les persigue y Medea no tiene pudor al matar a su propio hermano y despedazarlo. Luego arroja los trozos por la borda y Eetes se retrasa para recogerlos.
De todo es capaz Medea por el amor que siente por Jasón. Su pasión vital siempre supera a Jasón. A su lado el héroe es un niño.

El regreso a Yolcos

El viaje de regreso es igual de complicado que el de ida. Parten hacia la isla de Eea, donde vive la tía de Medea: Circe. Ella les purifica por las violencias tan terribles que han cometido.
Pasan por la isla de las sirenas. Orfeo toca y sus tonadas impiden que los argonautas enloquezcan con el canto de las sirenas. También en su camino Medea acaba con el gigante Talos, que guarda la ciudad de Creta. En Corcira, el rey Alcínoo y la reina Arete casan a Jasón y Medea. Incluso los argonautas deberán portar sobre sus hombros a la Argo hasta encontrar una salida al mar.


Ya en Yolcos, Pelias no da crédito a sus ojos. Aún así se niega a cederle el trono. Medea planea la venganza. Se introduce en palacio y convence a las hijas de Pelias para que bañen a su padre en una poción con la que volverá a ser joven. Todas menos Alcestis creen en el engaño. Pelias se introduce en el baño y así muere.

La venganza de Medea

A patir de este punto, son muchas las variantes que existen. Una de ellas narra que Jasón y Medea reinaron en Yolco y años más tarde concibieron un vástago, confiándole su educación al Centauro Quirón. Otra variante dice que se marcharon a vivir en Corinto, dejando el trono de Yolco a Acasto, el único hijo varón de Pelías.
La versión más conocida conduce a Medea y Jasón hacia Corinto. El rey Creonte acoge con entusiasmo a Jasón, que es un héroe, pero no pasa lo mismo con Medea y los dos hijos de ambos.
Jasón ve la oportunidad de conseguir el reino de Corinto y no duda en repudiar a Medea y pedir en matrimonio a la hija de Creonte, Glauce. Creonte está loco de contento. Va a casar a su hija con un héroe y por fin se librará de Medea y los niños.Pero Medea no acepta fácilmente lo que han preparado para ella. Es capaz de cualquier cosa, ya lo ha hecho antes, y eso la hace muy peligrosa. Convence a Creonte para que acoja a sus hijos aunque la destierre. Para que también Glauce se apiade de ellos les envía con unos regalos: un peplo y una corona. A Glauce se le ilumina el rostro ante la belleza de los regalos. Lo que no sabe es que Medea no espera su piedad, ni ella ni sus hijos van a necesitarla. Glauce se prueba el peplo y la corona y cae presa de un terrible dolor que le quema el cuerpo. Los regalos estaban envenenados. Su padre se corre a abrazarla y toca el veneno. Ambos mueren en medio de una terrible agonía.

La venganza de Medea aún llega más lejos. Va a matar a sus hijos. Sabe que el dolor que le producirá hacerlo le va a quitar parte de su humanidad, pero también sabe que le va a provocar el mismo tormento a Jasón.
Tras cometer aquel acto terrible, deja a Jasón llorando a sus hijos y huye en un carro de fuego, prestado por su abuelo Helios. Antes maldice a Jasón: morirá por su amado barco.

La profecía se cumplirá: mientras Jasón duerme a la sombra de Argo, un tablón se desprende y cae sobre él matándole.

LA MEDEA DE  EURÍPIDES
Según los críticos es una de sus mejores obras. Eurípides alza la figura femenina de forma extraordinaria. Medea es formidable, sabia, fuerte, hábil, luchadora y por ello es amada por unos, pero respetada y temida por todos. El poeta exalta los valores femeninos y defiende la condición femenina.

Medea describe en la obra esta condición: 
"De todo lo que tiene la vida y pensamiento, nosotras las mujeres, somos el ser mas desgraciado. Empezamos por tener que comprar un esposo con dispendio de riquezas y tomar un amo de nuestro cuerpo, y éste es el peor de los males. Y la prueba decisiva reside en tomar a uno malo o a uno bueno. A las mujeres no les da buena fama la separación del marido y tampoco les es posible repudiarlo"
(En el siglo V sí podía divorciarse con el patrocinio del arconte, aunque las desprestigiaba).
"Y si nuestro esfuerzo se ve coronado por el éxito, y nuestro esposo convive con nosotras sin aplicarnos el yugo por la fuerza, nuestra vida es envidiable, pero si no, mejor es morir. Dicen que vivimos en la casa una vida exenta de peligros, mientras ellos luchan con la lanza. Necios. Preferiría tres veces estar a pie firme con el escudo que enfrentarme al parto una sola vez. Una mujer suele estar llena de temor y es cobarde, para contemplar la lucha y el hierro, pero cuando ve lesionados los derechos de su lecho, no hay otra mente más asesina".
El coro exclama ante el trato que de la sociedad griega recibía la mujer:
"Pero lo que se dice de la condición de la mujer cambiará hasta conseguir buena fama, y el prestigio está a punto de alcanzar al límite femenino; una fama injuriosa no pesará ya sobre las mujeres."
Eurípides, conocedor de todas las corrientes filosóficas de su tiempo, avisa ya de un problema que es actualidad en nuestros días: la separación entre la sabiduría y el poder social. Y hace exclamar a Medea:

"Si eres considerado superior, por poseer conocimientos variados, parecerás a la ciudad persona molesta."
En esta obra existe una crítica a los sofistas, por poseer conocimientos y utilizarlos en beneficios distintos de la justicia.


Personajes

La nodriza
El pedagogo
Medea
Creonte
Hijos de Medea
Jasón
Coro de mujeres
Egeo
Un mensajero 

Argumento

Jasón, esposo de Medea, se promete en matrimonio a Glauce, hija del rey Creonte de Corinto, ante el espanto de Medea, que ve su lecho deshonrado.Creonte, que había planeado el matrimonio, ante el temor de que Medea, sabia y hábil, se vengue, ordena su destierro inmediato. Pero Medea, fingiéndose sumisa, pide un solo día de plazo para salir al destierro.
Ese plazo lo aprovecha para realizar unos presentes a Glauce: una corona de oro y un peplo que causan la muerte por el simple contacto. Glauce muere de forma horrible:
"No se distinguía la expresión de sus ojos ni su bello rostro, la sangre caía desde lo alto de su cabeza confundida con el fuego, y las carnes se desprendían de sus huesos, como lágrimas de pino, bajo los invisibles dientes del veneno."
Tras perpetrar ese horrible asesinato, Medea se siente obligada a matar a sus propios hijos, para evitar que otras manos más crueles les quiten la vida para vengar la muerte de Glauce.


Termina la obra con Medea subida en el carro de Helios, con quien ya tenía pactada su huida a Atenas, para evitar las iras de la familia de Creonte y de su propio marido Jasón.
Desde el carro de Helios, Medea increpa a Jasón:

"¡Oh niños, cómo habéis perecido por la locura de vuestro padre!."
Jasón replica:

"pero no los destruyó mi mano derecha."
Medea responde:
"No, sino tu ultraje y tu reciente boda."
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