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CÉSAR,
SALUSTIO, TITO LIVIO
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3.- LA HISTORIOGRAFÍA EN LA ÉPOCA DE AUGUSTO: TITO
LIVIO
Pinchando aquí encontrarás una selección de textos para leer |
1.- CARACTERÍSTICAS
Y ORÍGENES DE LA HISTORIOGRAFÍA ROMANA
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La pregunta que viene a la
mente cuando se trata de establecer las fuentes de los historiadores romanos,
es: ¿De dónde sacan la información? Es verdad que conservamos los nombres de
historiadores antiguos que nos contaron episodios de su época, pero estos no
se remontan más allá del siglo III a. C., como es el caso de Fabius Pictor.
¿No sería posible que existieran informaciones más antiguas? ¿Es posible que
se conservaran?.
Es
evidente que hay historiadores que tienen fuentes más que cercanas: como que
son ellos mismos los protagonistas. Nos estamos refiriendo a L. Cincius
Alimentus y a C. Acilius,
pero, sobre todo, a Julio César. Las historias que escribe son sus
propias historias, lo que él hizo, lo que él protagonizó. Otros, como Salustio, cuentan hechos acaecidos poco antes,
de manera que las fuentes eran directamente los espectadores de los mismos.
Es decir, son fuentes de primera mano.
Sin embargo, conocemos
muchos nombres y muchos hechos, muy antiguos, contados por historiadores más
bien modernos. Este es el caso de Tito Livio.
¿En qué se basaban?
Desde los más lejanos
tiempos de la historia romana, es decir, desde los tiempos de Rómulo,
encontramos distintas fuentes, distintos escritos que nos van diciendo, las
más de las veces de una manera muy árida, los principales acontecimientos y
los principales personajes de Roma. Estas informaciones fueron recogidas por
los primeros historiadores de que se tiene noticia.
Los primeros que relataron
lo que pasaba, con unas simples notas, de contenido tanto político como
religioso, fueron los sacerdotes, los Pontífices, que tenían a su cargo el
calendario, establecer los días fastos y nefastos, así como los días
dedicados a las principales divinidades. Todas estas noticias se guardaban
para que se tuviera constancia de la importancia de la religión oficial y de
sus principales representantes.
Los nombres de los reyes,
de los magistrados, de los sacerdotes, también aparecen en los Fasti consulares; de la misma manera
que las principales decisiones de los principales actores de la vida política
y religiosa.
Más concretos y también
más extensos son los Annales Maximi o Annales Pontificum, la relación, año por año, de los
acontecimientos más relevantes que habían sucedido, así como los nombres de
sus protagonistas y de los magistrados elegidos para cada año.
Éstas son las fuentes
institucionales, es decir, las que proceden de las personas encargadas para
ello. Sin embargo, en la antigua Roma se originaron otras fuentes históricas
dignas de mención, y que se deben a ciudadanos particulares, que, movidos,
generalmente por el afán de notoriedad, publicaban sus hazañas y sus títulos.
Nos hemos encontrado muchas estelas, funerarias o no, en que se aprecia el
interés por pasar a la posteridad.
De la misma manera, otros
cantan y ensalzan la vida de los demás, sobre todo cuando se han muerto: los tituli y los elogia, a los que debemos hacer un caso relativo, ya que en muchos
casos la desfachatez de los oradores o de los que confeccionan los epitafios
se pasa de la raya al alabar las virtudes del difunto.
Sin embargo debemos tratar
también de conocer los personajes que escribieron historia, aunque, como
hemos dicho antes, no son demasiado antiguos, pues los primeros datan de la
segunda mitad del siglo III a. C.
Se trata de los Analistas, es decir, los que escribían Annales,
que según su título, no eran otra cosa que la narración de los
acontecimientos año tras año.
Los primeros de los que se
tiene noticia escribieron la Historia de Roma en griego, siguiendo la
tradición de los grandes historiadores helenos (Herodoto, Tucídides y
Jenofonte). Generalmente se contaba la historia de Roma desde su fundación
(a. V. c.
Fabius Pictor (finales del siglo III y
principios del II) ha sido muy seguido por los historiadores posteriores,
sobre todo, por Tito Livio. Contaba la historia de Roma desde la llegada de
Eneas a Italia hasta el fin de la 2ª Guerra Púnica (201 a. C.). Escribió para
los griegos, pretendiendo una apología de Roma. Corrían unos Annales Latini, que se piensa que no
eran originales suyos, sino traducciones de sus historias en latín.
Algunos contaron la
historia con conocimiento de causa, como L.
Cincius Alimentus, que fue propretor en el año 210 a.
C. y más tarde, prisionero de Aníbal. Narró la historia de Roma desde su
fundación hasta los acontecimientos más cercanos a él, pero sobre todo, la
Segunda Guerra Púnica (219 - 201 a. C.). Fue una de las fuentes de Tito
Livio. C. Acilius,
senador, que participó como intérprete de una embajada ateniense a Roma en el
año 155 a. C. Escribió unos Annales, con el mismo plan que el
anterior.
Hubo otros analistas que
escribieron en Latín, cuyos escritos fueron célebres en la antigüedad, e
incluso alabados por otros escritores más recientes. Entre ellos podemos
citar a L. Cassius Hemina (mediados
del siglo II a. C.), L. Calpurnius
Piso (cónsul en el año 133 a. C.), Q. Claudius Quadrigarius (contemporáneo
de Sila), pero sobre todo al gran poeta Ennio
(239 - 169 a.C.), que escribió sus Annales
en versos hexámetros, con lo que introdujo este tipo de verso en Latín.
Hubo
autores latinos que se dedicaron a escribir monografías históricas. El
primero fue L. Coelius Antipater (2ª mitad del s.
II a. C.) que narró la historia de la Segunda Guerra Púnica (219 - 201 a. C.)
intentando darle un carácter literario. Insertaba discursos en el texto,
muchos ficticios, cosa que hicieron más tarde Salustio y Livio. Con ello daba
agilidad a la narración.
Pero, tal vez, el más importante
historiador de esta época fue M. Portius Cato (234 - 149 a. C.) Trató de narrar la
historia de Roma desde sus orígenes, y por eso llamó a su libro con este
término: Origines.
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2.- LA
HISTORIOGRAFÍA A FINALES DE LA REPÚBLICA
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Después de haber liquidado
los distintos grupos partidarios de Pompeyo en Hispania y en el sur de la
Galia, César persiguió al mismo Pompeyo hasta la llanura de Farsalia, en
Grecia, y lo venció en la batalla del mismo nombre (48 a. C.). Al volver a
Roma se le nombró dictador.
Intentó la pacificación
del país después de las guerras civiles que habían dividido a los Romanos, y
acometió la reestructuración de la administración. Sin embargo, los que veían
en él una amenaza para la República, ya que se había nombrado dictador
vitalicio, lo asesinaron en el Senado el día de los Idus de marzo (15 -
III) del año 709 a. V. C. ("desde la fundación de Roma"), 44 a. C.,
y cayó a los pies de la estatua de Pompeyo.
César tuvo en todo momento
una gran visión de futuro, y todo lo que hacía se encaminaba a saciar su gran
ambición personal. Fue un gran orador, una persona muy inteligente, de una
voluntad y tenacidad fuera de serie, prudente, con el don de atraer a los
soldados y hacerlos adictos a él. Fue un gran general, que asombraba a todos
por sus movimientos estratégicos. También sobresalió como administrador
público en el corto tiempo de su dictadura.
Como escritor, historiógrafo, nos ha dejado muestras
de su ingenio:
Se atribuyen a César otras
obras, que no parece que fueran escritas por él. Todas juntas forman lo que
se llama el “Corpus Caesarianum”. Estas obras son “De bello Alexandrino”, De
bello Hispaniense” y “De bello
Africano” y tratan de las guerra que tuvo que mantener contra los restos
de los partidarios de Pompeyo en Alejandría, en España y en el norte de
África.
A las dos primeras (De
bello gallico y De bello civili) se las suele denominar con el
nombre de “Commentarii”, ya que no
son unos tratados de historia, sino que es una especie de diario, de
comentario de lo que iba sucediendo a lo largo de los días de campaña. Se
puede decir que son los partes de guerra enviados por César al Senado. Son
unas narraciones que se ajustan perfectamente a la veracidad de los hechos y
de los lugares, cosa que ha sido confirmada por numerosas muestras
posteriores. La justificación de las acciones y su manera, tanto de interpretarlos
como incluso de nombrarlos, es más subjetiva. Intenta, sobre todo, atraer al
opinión pública a su favor.
César escribe su propia
historia con fines políticos, propagandísticos
de su persona, tratando de poner su propia causa por encima de todo lo demás.
Todo esto lo escribe, eso sí, con gran claridad expresiva, sin que lo
esencial quede sepultado por lo accesorio, y con una gran precisión, tanto en
lo geográfico y local como en lo temporal. Su lenguaje es sobrio, claro,
sencillo, y, a la vez, clásico: la frase siempre es justa, tanto en los
párrafos breves, como en los períodos más largos; evita las palabras
arcaicas, vulgares o poéticas.
Cuando
César ha asistido en persona a los acontecimientos que narra nada hay más
claro que su palabra. No explica más que lo esencial, pero con una gran
precisión. Le interesan sobre todo los encadenamientos de los hechos, la
parte de la voluntad humana en ellos. Generalmente la visión de César sobre
los hechos es la que queda triunfante por encima de todo lo demás, debido a
la lucidez extrema con que escribe y al valor exacto que da a cada uno de los
hechos y situaciones.
Cuando no
ha sido protagonista de los hechos, se los imagina con gran viveza y revive
la acción, gracias a su gran conocimiento del país y de sus hombres. Se pone
de manifiesto en estas narraciones su gran vena dramática. Utiliza un
lenguaje claro. Es un gran purista del idioma. Evita las palabras arcaicas,
vulgares y poéticas.
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CRONOLOGÍA DE JULIO CÉSAR
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12 - VII - 100 a. C.
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Nace Julio
César. Sus padres son: C. Iulius Caesar y Aurelia de la “gens Cotta”
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83 a. C
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Es nombrado por su tío
Mario “Flamen Dialis” (sacerdote de
Júpiter)
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82 a. C
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Viaja a Grecia para huir
de Sila, antagonista de Mario
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68 a. C.
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Es nombrado "Cuestor"
en Hispania Ulterior
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66 a. C.
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Hace la campaña contra
Mitridates, rey del Ponto
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65 a.
C
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Es elegido "Edil curul".
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63 a. C
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Es nombrado “Maximus Pontifex”.
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62 a. C.
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Tiene lugar la
desarticulación de la "Conjuración de
Catilina"
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Es elegido "Pretor"
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61 a. C
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Es nombrado
"Propretor" en Hispania Ulterior
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60 a. C
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César, Pompeyo y Craso
forman el PRIMER TRIUNVIRATO
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59 a. C
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Es elegido "Cónsul"
pro primera vez.
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58 a. C
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Es nombrado “Procónsul” en las Galias, por cinco
años
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Comienza la “Guerra de las
Gallias"
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55 a. C.:
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En Roma
son elegidos “Cónsules” Pompeyo y
Craso.
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En la Galia atraviesa el
Rin.
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Primera campaña contra los
Bretones.
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54 a. C.
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Segunda campaña contra los
Bretones.
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53 a. C.
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Vence a
los Belgas, capitaneados por Ambiórix.
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Muere Craso .
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52 a. C.
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Pompeyo queda como “cónsul único”.
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49 a. C.
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Acuerdo
del Senado para que J. César licencie sus tropas.
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César no lo acepta y pasa
el Rubicón ( "Alea iacta est").
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Pompeyo huye hacia el
Epiro
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César vence en Hispania a
los pompeyanos en la batalla de Ilerda
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48 a. C.
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Es
elegido “Cónsul” por segunda vez.
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El 9 - VIII vence a
Pompeyo en Farsalia
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César llega a Alejandría.
Pompeyo es asesinado
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47 a. C.
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César establece la
soberanía de Cleopatra en Egipto.
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Vuelve a Roma y es
nombrado “Dictador”.
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46 a. C.
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Vence a
los Pompeyanos (Catón, Escipión y Yuba) en Thapsos.
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Vuelve a Roma y se le
prolonga la dictadura
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Se le nombra
"Censor" único
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Cleopatra viaja a Roma
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45 a. C.
15 - III - 44 a. C. |
La vida
de Caius Salustius Crispus (86 -
35 A. C.) se desarrolló durante el siglo I a. C., coincidiendo con el período
de más cruda rivalidad en las guerras civiles, primero en la de César y
Pompeyo (52 - 48 a. C), y, más tarde, en las que siguieron a la muerte de
César entre los asesinos de César (Bruto y Casio) contra Marco Antonio y
Octavio que fueron los vencedores en la batalla de Philippos (42 a. C.), que trataban de mantener la legalidad
republicana.
Nació de
una familia plebeya en Amiternum (Sabinia). Desde muy pronto soñó con
escribir historia, pero fue arrastrado a la política.
Después
de haber sido cuestor, fue tribuno de la plebe (52 a. C.) y entró a formar
parte del Senado. No fue digno de tales cargos, ya que en el año 50 a. C. el
censor Appius lo expulsó del Senado por sus malas costumbres.
A pesar
de todo, como era partidario de César, pudo, con su beneplácito, volver a
ingresar en el "cursus honorum"
César le volvió a nombrar cuestor en el año 49 a. C., y de esa manera
reingresó en el Senado. A continuación ejerció diversos cargos militares.
César lo
envió a la Campania para sofocar la revuelta de las legiones, cosa que no
logró, y estuvo a punto de ser asesinado. Más tarde, en el 46 a. C., fue
enviado como procónsul a África, de donde sacó la documentación para su libro
“Bellum
Iugurthinum”, y,
sobre todo, mucho dinero.
Fue
acusado de concusión (utilizar la influencia de tener un cargo público en
beneficio propio) durante su gobierno en la provincia de África, pero logró
ser absuelto. Con el dinero que adquirió durante su gobierno en la provincia
de África se construyó un suntuoso palacio en el Quirinal, rodeado de
magníficos jardines: los “Horti
Salustiani”.
Vivió
todavía diez años más apartado de los negocios públicos y dedicado a escribir
sus libros de historia, como él mismo apunta al comienzo de su obra “De
coniuratione Catilinae”. Se había casado con Terencia,
repudiada por Cicerón. Murió el año 35 a. C.
Sus obras son:
En sus narraciones emite juicios de valor sobre las diferentes
personas, filosofa sobre los acontecimientos, ensalza a unos, arremete contra
otros en aras de una moral que él fue incapaz de cumplir. Todos sus libros
comienzan con un prólogo filosófico. Sus declaraciones virtuosas y sus
invectivas contra los vicios contrastan extrañamente con lo que se sabe de su
vida.
Sin embargo, sabe sacar a la luz los hechos importantes y dejar de lado
los que no tienen interés. La narración no cansa.
Buen
orador se inspira en Demóstenes y emplea el procedimiento de los discursos en
los momentos clave de sus obras, para pintar las situaciones y los
caracteres. Son discursos por lo general inventados, pero son hábiles y están
bien compuestos.
Hace retratos
característicos de los principales personajes: Yugurta, Catilina, Sempronia,
Mario, Sila,…
Tiene un
estilo personal con el que trata de romper el movimiento monótono de la
frase, como reacción ante la prosa demasiado ceremoniosa. La búsqueda de lo
imprevisto hace que Salustio evite las cadencias rítmicas al estilo de
Cicerón ("cláusulas"). busca la asimetría y términos arcaicos, pero
al lado de verdaderos arcaísmos los hay meramente aparentes, que no son otra
cosa que variantes ortográficas (uolt por uult, uiuos por uiuus) que corresponden
a la ortografía de los tiempos de Cicerón. El carácter arcaico de su estilo
es el que ha llevado a los editores antiguos a respetar estas grafías sin
uniformizarlas, como hicieron con Cicerón y otros autores. A veces incluso
traduce literalmente construcciones griegas, por influencia de Tucícides. Le
gustan los rasgos concisos y las sentencias cortas y llenas. Quiere alejarse
de la lengua ordinaria: el empleo de palabras usuales le parece banal.
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Titus
Livius Patavinus, (59 a. C. - 17 d. C.) nació en Padua (Patavium). Se dedicó a escribir
alejado de los asuntos públicos. Según Séneca el Filósofo escribió algunos
libros filosóficos, en forma de diálogos y con contenido más bien didáctico.
Además algunos escritos de crítica literaria. Pero fue "Ab
Vrbe condita" ("Desde la fundación de la Ciudad"), una obra ambiciosa,
la que llenó los últimos cuarenta años de su vida. Vivió en Roma en tiempos
de Augusto y pudo participar de las reformas del Emperador en relación con la
vida de familia y la renovación de las costumbres.
Quedan
35 libros: 1 - 10 (desde los
orígenes de Roma hasta el año 293 a.C.); 21
- 45 (desde la 2ª Guerra Púnica hasta el triunfo de Paulo Emilio después
de la guerra de Macedonia <210 -167 a.C.>). En los libros 41- 45 hay numerosas lagunas. También
se conservan fragmentos aislados y resúmenes del conjunto (periochae), atribuidos al abreviador Floro, del siglo II d. C., que nos
permiten conocer el plan de la obra y los libros no conservados.
Quiere
elevar un monumento a la grandeza de Roma,
cosa que nos dice en el prefacio de su obra. Continuamente aparecen nuevos escritores que tratan de documentar
los hechos y de sobrepasar a los que les han precedido.
Considera
a Roma como el mejor pueblo del mundo. Por eso su libro tiene un protagonista
principal: ROMA. Es un
protagonismo embellecido por su nacionalismo y por su falta de sentido
crítico. Consigue al mismo tiempo una historia nacional, con un único tema: Fortuna Populi Romani, y una historia
dramática en la que caben todas las narraciones de los episodios
semifantásticos de la antigüedad romana. Al mismo tiempo se consuela de los
males presentes con el espectáculo y el estudio del pasado. Sobre todo quiere
ofrecer a todos unos magníficos ejemplos de lo que es preciso imitar y de los
que se debe evitar.
Acude a
otros escritores anteriores, como Polibio y alguno de los analistas: Fabius Pictor,
(escritor romano que escribió en griego), Coelius
Antipater, pero no utiliza documentos originales ni
corrobora los lugares donde se desarrollan las acciones. Por tanto no se
puede asentir de una manera definitiva a sus asertos, ya que no están
contrastados. No es imparcial, tal vez cegado por su patriotismo.
Sin
tener la simplicidad de César ni la concisión de Salustio o Tácito, narra los
hechos con soltura y belleza. Ordena las partes con proporción, sin que la
narración languidezca en ningún momento. Reconstruye los hechos como debieron
pasar. Describe con precisión y brevedad los movimientos de masas y los
sentimientos de los protagonistas. Apenas hace retratos de los personajes,
sino que sus caracteres aparecen integrados en el comportamiento general.
Emplea
el procedimiento de los discursos, inventados, pero útiles en el desarrollo
de la acción. Son una parte importante de la obra de Livio. Es un
procedimiento para que la narración no sea tan pesada, al alternar el estilo
narrativo en tercera persona y los tiempos en pasado, con un estilo
discursivo en primera persona y los tiempos del verbo en presente. Livio no
hace otra cosa que seguir el ejemplo de Salustio y de Tucídides, que habían
utilizado este procedimiento para adornar sus obras. Se cuentan cerca de 400
en los 35 libros que se conservan. Su valor histórico es importante, ya que
nos hacen conocer los hechos, pero además los sentimientos de los que hablan.
Tienen además, el valor añadido de la oratoria, pues están bien compuestos,
son hábiles y elocuentes. Se puede decir que, después de los de Cicerón, son
los mejores ejemplos de la elocuencia que los romanos nos han dejado.
En
absoluto imita la concisión de Salustio. Es el creador de la prosa imperial,
aunque se le pueda tildar de "ciceroniano".
No es extraño, ya que sentía una gran admiración por Cicerón. Hay que tener
en cuenta que cuando éste murió Livio tenía 13 años. Su frase es amplia,
clara, abundante y periódica, pero no es tan regular como la de Cicerón, y a
veces, según Asinius Pollio, se le nota cierto provincianismo ("patavinitas": aunque no se ha podido
saber qué quería decir con dicho el término, parece ser que se refería
a un cierto gusto literario o estilístico del territorio de Padua, de donde
Livio era natural.)
"Ab Vrbe
condita" es, junto a la “Eneida”
el monumento más importante dedicado a la mayor gloria de Roma. Pudo
disfrutar del éxito en vida, ya que fue el más leído de su tiempo, relegando
a un segundo plano a los historiógrafos que le precedieron. Fue utilizado por
otros escritores posteriores.
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