La
Grecia antigua ocupaba la parte meridional de la península de los
Balcanes, un conjunto de islas y archipiélagos del mar Egeo y la costa
de Asia Menor. El paisaje se caracteriza por tres elementos
fundamentales: las montañas, numerosas y elevadas, dificultan las
comunicaciones por tierra; las llanuras y los valles, en los que se
localizaba la agricultura, y la cercanía del mar.
Debido a la dificultad de las comunicaciones por tierra, el pueblo griego se volcó en seguida hacia el mar - πόντοs-.
Este
no solo suponía una importante vía de comunicación, sino también una
excelente reserva alimenticia. En las costas hay un gran número de
puertos naturales, por lo que la pesca y el comercio marítimo eran
actividades muy importantes. Por esta razón, los griegos se convirtieron
en excelentes marineros y comerciantes.
Aunque
cada ciudad o polis era independiente y tenía sus propias leyes,
moneda, gobierno y ejército, todas ellas compartían el sentimiento de
pertenecer a una misma civilización, porque todos hablaban la misma
lengua, el griego, y adoraban a los mismos dioses.
El mundo griego
En
los siglos VIII al VI a.C. el aumento de la población, la política en
manos de la oligarquía y el creciente endeudamiento de gran parte del
campesinado obligaron a muchos griegos a buscar nuevas tierras. Pequeños
grupos de personas, voluntarios o elegidos por sorteo, navegaron por
toda la costa mediterránea y fundaron colonias. Algunas de las colonias
más importantes fueron Siracusa, en la isla de Sicilia, Massalia, la
actual Marsella en la costa francesa, o Ampurias, en la costa catalana.
La expansión se desarrolló en dos oleadas:
- La oleada hacia el oeste. Entre el 750 y el 650 a.C., los griegos se dirigieron hacia las islas y costas del mar Jónico, Sicilia, el sur de Italia y Francia, Libia y el noreste de la península Ibérica.
- La oleada hacia el este. Después del 650 a.C., los griegos fundaron colonias en las costas del mar Negro.
Para
fundar un nuevo asentamiento se tenían que cumplir unas condiciones
mínimas: ciertas garantías de seguridad obtenidas mediante acuerdos con
los jefes indígenas, así como la existencia de tierras cultivables y de
ciertos productos o materias primas con los que comerciar. En las nuevas
ciudades, los griegos conservaban la forma de gobierno, las costumbres y
los dioses de la polis de la que procedían, de forma que la cultura
griega se extendió por el mar Mediterráneo.
Sin embargo, a pesar de estar unidas culturalmente, las colonias griegas funcionaron siempre como territorios independientes.
Mapa mudo Hélade II
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