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Es
el máximo representante de la comedia latina, por su lengua, su
ambiente, sus personajes y sus temas. Aunque tiene por modelo la "comedia nueva" griega, se reconoce en sus piezas el mundo romano.
Era
un hombre de la plebe que conocía perfectamente a la gente, y que
sabía plasmar los distintos caracteres en el escenario. No es muy
sutil, pero esto no es lo más importante. Supo encontrar la
adecuación e integración entre lenguaje, tema, personajes y
composición, de manera que hacía que las situaciones, aunque repetidas,
parecieran todas diferentes y originales.
La
vida de Plauto se desarrolla en la Roma amenazada por los
Cartagineses con los que ya habían tenido entre los años 264 y el
241 un enfrentamiento armado conocido como la Primera Guerra Púnica, y
en cuyo transcurso nació nuestro comediógrafo. Los Romanos fueron
los vencedores de esta guerra, que terminó con la batalla de Islas Egates. La Segunda guerra Púnica, tal
vez la más conocida por la participación del gran general
cartaginés Aníbal, se desarrolló entre los años 218 y 201 a. C. y terminó con la batalla de Zama, ganada por uno de los Escipiones. Todavía se enfrentaron en una Tercera Guerra Púnica (148 - 146 a. C.) que supuso la destrucción total de Cartago y del peligro cartaginés.
"El
Africano" (Afer), nació en Cartago, y fue llevado a Roma como
esclavo. Fue liberto del senador Terentius Lucanus, y participó en
los círculos más selectos de Roma, como amigo de Laelius y Scipio, los dos representantes de la cultura griega en Roma.
Se
distingue de Plauto por ser más preciso en la descripción de los
sentimientos, aunque menos en la intriga de la obra teatral. Matiza
mucho los caracteres y la psicología de los tipos tradicionales,
pero dándoles ternura y delicadeza. Se nota en su lenguaje que
trataba a personas de condición social distinguida.
Sólo se conservan seis obras: [Andria (La muchacha de Andros); JEkura (La suegra); Heautontimoroumenos (El que se castiga a sí mismo); Eunuchus; Phormio; Oi Adelfoi; (Los hermanos).
La vida de Plauto no es muy conocida. Parece ser que se dedicó al teatro como autor y como actor, y sus propias experiencias se reflejaban en la escena. No es extraño que por esta peculiaridad se le atribuyeran hasta 130 obras, de las que nos han quedado 21, que son las que Varrón propuso como auténticas. Se conservan completas excepto Vidularia, de la que se ha perdido gran parte.
Plauto
dio a la gente lo que quería: el público reclamaba que los temas
fueran griegos, pero tratados a la romana, acomodados a la manera de
ser de la plebe romana: vulgar, ruidosa, que buscaba encontrar en los
personajes y situaciones las figuras que le eran familiares y de las
que se podía reír a su gusto. Casi siempre trataban de lo mismo: un
joven busca casarse con la joven que ama a pesar de mil obstáculos.
Con todo, las situaciones y las intrigas son tan diferentes que no
hay dos comedias iguales. Por esta situación desfilan todo tipo de
personajes romanos: el padre cabezota, ridículo, el parásito, el
esclavo desvergonzado, astuto y atrevido, el fanfarrón, las
mujeres,...
El
lenguaje es vivo, natural. Hace juegos de palabras, inventa vocablos
nuevos, utiliza todos los recursos de la lengua familiar y vulgar:
aliteraciones, asonancias, figuras etimológicas,... Cambia de ritmo
según se lo pide la escena.
Una de las formas de terminar una comedia, de presentar el desenlace, es el "reconocimiento". En
muchas ocasiones se ha perdido la pista de un hijo o hija de alguno
de los personajes cuando era niño, por diversas circunstancias:
puede ser que se haya perdido, que haya sido secuestrado por piratas,
que haya sido entregado a cambio de algo, etc. Al final de la obra
aparece, y casi siempre es reconocido por alguna señal que tiene o
por algún objeto que le fue entregado. En otras ocasiones hay algún
personaje que da fe de que aquel chico o chica es quien dice ser. Con
eso, los protagonistas que pretendían casarse se enteran de que son
hermanos y no lo pueden hacer, o que son padre e hijo o hija, con lo
que la obra termina en fiesta.
El "prologus"
precede a la obra. Expone la intención, el protector de la obra, el
motivo por el que la ha escrito, y la exposición del tema. A veces su
justificación. En algunas ocasiones es suficientemente oscuro, pero
cuenta con la colaboración del espectador, porque de lo que se trata
es de atraerse al público. Habla directamente a los espectadores y
les hace cómplices de la trama. A veces es un dios el que presenta la
obra y los personajes, otras veces un personaje especial que sólo
realiza el prólogo. Hace alusiones conocidas por todos de manera que
predispone a una mejor escucha y comprensión de la obra. Es una
especie de guiño escénico.
En estos versos de Casina (en
la imagen una escena de esta comedia) se ve cómo, incluso, algunos
prólogos se rehacían después de ver el éxito de la comedia:
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